¿Qué se entiende por violencia?,
y ¿por conducta agresiva? ¿Cuándo una conducta se puede considerar agresiva?,
¿Estas conductas son interpretadas de la misma manera por alumnos que por
profesores?
De acuerdo con Cobo y
Tello (2008), la violencia puede tener dos connotaciones ambivalentes. La
primera, positiva ligada con aquellos actos agresivos para la supervivencia
como pueden ser el empuje o el arrojo. La segunda connotación es negativa y se
liga a aquellos actos violentos que atentan contra la supervivencia del ser
humano.
La UNICEF (2006), tomando
como sustento la Convención sobre los Derechos del Niño, define a la violencia
es el uso deliberado de fuerza o poderío físico, real o en forma de amenaza,
que tenga, o pueda tener como resultado, lesiones, daños psicológicos, un
desarrollo deficiente, privaciones o incluso la muerte.
La violencia puede ser
tangible o intangible. La violencia tangible se concretiza en maltratos,
golpes, violaciones, etcétera, mientras que la intangible implica lesiones no
visibles que dejan marca en la vida emocional de la persona. Adicionalmente, la
falta de atención y oportunidad se considera también una acción violenta
(UNICEF, 2006).
Por otra parte, la
conducta agresiva se relaciona con el daño intencional que se infringe a otras
personas. Anderson y Bushman (2002), plantean una definición en la que, además
de contemplar la intención de ocasionar daño, incluyen dos requisitos: que el
agresor crea que infringirá un daño
(para excluir los casos en que el sujeto desconoce el efecto de sus acciones) y
que suponga que el receptor querrá evitarlo. Siguiendo a Chaux (2003), son tres
los tipos de conductas agresivas: física, verbal o relacional, entendiéndose
esta última como el propósito de dañar el estatus, la reputación o las
relaciones de otra persona.
Siguiendo a Cerezo
(2007), la conducta agresiva se asocia tanto a diferentes momentos evolutivos
del sujeto, como a factores biológicos y de personalidad, sin olvidar el papel
que juega el entorno social. El modelo social que proporciona la familia, el
apoyo o rechazo que experimenta cada individuo en su grupo de pares, la red de
relaciones que se genera en cada grupo social, ejerce una influencia directa
sobre el comportamiento de manera que el grupo, en mayor medida, favorece y
refuerza este tipo de conductas.
Las relaciones entre
iguales en contextos escolares son uno de los factores a destacar en la
contribución a la violencia escolar, dado que los pares proporcionan un
contexto de aprendizaje y de desarrollo de habilidades para las relaciones interpersonales
Desde un punto de vista
psicoevolutivo, la calidad de las relaciones interpersonales se configuran como
un factor de ajuste psicológico y social, así como un motor del desarrollo que
favorecen, practican y perfeccionan habilidades, actitudes, comportamientos y
conocimientos difícilmente se alcanzarían sin la interacción directa de niños
con sus pares (Hartup, 1983; citado por Sánchez, Ortega y Menesini, 2012). La
investigación ha demostrado que algunos niños se encuentran con muchas dificultades
en sus relaciones interpersonales durante su vida escolar; dificultades que al
no ser detectadas e intervenidas eficazmente minimizan significativamente el
impacto positivo de las relaciones interpersonales en el desarrollo social y
personal (Sánchez, Ortega y Menesini, 2012).
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