domingo, 27 de abril de 2014

Consecuencias

La violencia entre pares tiene consecuencias en todos los actores. En el caso de las víctimas, el riesgo de sufrir daño físico, psicológico e incluso moral es considerable. La víctima, llena de temores, que intenta contener y disimular, por un sentimiento de vergüenza, suele percibir su situación causada por su propia debilidad social y su escaza capacidad para afrontar las relaciones interpersonales. Su autoestima se devalúa y su autoconcepto se deteriora, lo que la aísla cada vez más y termina afectando gravemente a su rendimiento académico (Ortega, 2004).

Algunas víctimas del maltrato de sus iguales, cuando se perciben sin recursos para salir de la situación, terminan por tomar caminos extremos: o se autolesionan gravemente llegando incluso al suicidio o bien, aprenden a ser violentos y desarrollar actitudes maltratadoras hacia los otros como una forma de sobrevivencia.



Las principales consecuencias que deja el Bullying en las víctimas son problemas de rendimiento escolar, falta de motivación, bajo interés por la escuela, alteraciones del sueño y de la alimentación, problemas en el desarrollo social, personalidad insegura, baja autoestima, altos niveles de ansiedad, problemas para entablar nuevas relaciones., trastornos psicológicos, enfermedades psicosomáticas, entre otras (Cobo y Tello, 2008).




En el caso del agresor o abusador, el fenómeno del Bullying también deja secuelas. El chico que agrede impunemente a otro se socializa con una conciencia de clandestinidad que afecta gravemente a su desarrollo sociopersonal; se va convirtiendo, poco a poco, en una persona que cree que las normas están para brincárselas y que no cumplirlas puede llegar a proporcionar un cierto prestigio social. Todo ello resulta dañino para su autoimagen y su valoración moral; así se va deteriorando su desarrollo moral y aumentando el riesgo de acercamiento a la precriminalidad, si no encuentra a tiempo elementos educativos de corrección que reconduzcan su comportamiento antisocial (Ortega, 2004).

Por su parte, los espectadores no están libres de sufrir consecuencias. El temor de llegar a ser objeto de violencia es muy negativo desde el punto de vista psicológico y moral: aprender a no implicarse, a pasar por alto los sucesos injustos y a callar ante el dolor ajeno puede ocasionar que el espectador no duerma tranquilo al saber que es inmoral lo que presencia; junto al miedo, aparece el sentimiento de culpabilidad, y es que los efectos del abuso y la violencia se extienden más allá de sus protagonistas (Ortega, 2004).

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