Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la
violencia en l
as instituciones educativas es de tipo social.
Desde esta perspectiva
social, son varios los factores que influyen para que exista el Bullying en las
escuelas. Estos factores se pueden circunscribir a distintos ámbitos, entre los
que se cuenta: ámbito familiar, social, personal y escolar.
Por lo que respecta al
ámbito familiar, la estructura y dinámica de la familia, los estilos educativos
de los padres y las relaciones con los hermanos son aspectos fundamentales a
tener en cuenta ya que pueden constituirse en factores de riesgo para que los
niños se conviertan en agresores o víctimas en relación con sus iguales. De
acuerdo con Olweus (1998), la actitud emotiva de los padres o persona a cargo
del niño, el grado de permisividad de los padres ante la conducta agresiva y
los métodos de afirmación de la autoridad son factores que, a su juicio, son
decisivos y conducentes al desarrollo de un modelo de reacción agresiva.
En el ámbito social, los
factores sociales y culturales implicados en la conducta violenta infantil
comprenden a los medios de comunicación, especialmente la televisión al
convertirse en un contexto educativo informal de enorme importancia en el
desarrollo del aprendizaje de los niños, a los servicios sociales, jurídicos o
policiales los cuales juegan un papel importante en la prevención del abuso,
sin olvidar la valoración que se tenga del poder, del dinero, del éxito, de los
bienes de consumo, la glorificación del machismo con el ensalzamiento de la
masculinidad, o la violencia como herramienta de uso corriente en la resolución
de conflictos. Todos estos factores generan un clima de tensión estructural que
ayuda a mantener los modelos de conductas agresivas (Muñoz y Rosales, 2010).
En el ámbito personal, las
características personales de ciertos sujetos pueden ser factores de riesgo
para que, en determinadas condiciones, los agresores se comporten de forma
violenta con sus compañeros (Olweus, 1998). Para el director del Centro Reina
Sofía de Valencia para el Estudio de la Violencia, José Sanmartín, los rasgos
individuales del joven agresivo son la baja autoestima, el maltrato infantil,
la crianza autoritaria o negligente y la impulsividad.
En el ámbito escolar son
varios los factores que inciden en el fenómeno del Bullying, entre ellos: se habla del tamaño de la
escuela, por cuanto existe menor control físico si el centro escolar es mayor; de la existencia o no de normas de
conducta establecidas; de la existencia y conocimiento de un código de pautas
de actuación concretas y el proceso que se desencadena cuando se incumple ese
código; de la existencia o falta de un modelo participativo en la comunidad
educativa; de un sistema disciplinario inconsistente, ambiguo o extremadamente
rígido; de las actitudes del profesorado frente a las situaciones de
intimidación y victimización (Muñoz y Rosales, 2010). En contraparte, no
es de mayor relevancia si la escuela es pública o privada, ya que el Bullying puede darse en cualquier tipo
de escuela.
De acuerdo con Loredo, Perea
y López (2008), hay elementos que se pueden considerar como favorecedores de la
génesis o no del fenómeno; entre ellos se mencionan a los siguientes: la
familia, los iguales, la escuela, la comunidad y los factores individuales; de
los factores anteriormente señalados, el mismo autor considera que cuatro de
ellos atañen a situaciones o contextos sociales, mientras que solamente uno es
de índole personal.
El resultado de la
estructura y funcionamiento del núcleo social más importante del individuo, la
familia, incide directamente en su comportamiento para sí mismo y para otros.
La convivencia, la afinidad en valores y pensamientos y el sentido de pertenencia
con los pares influyen en la conducta del niño y adolescente. El liderazgo
ejercido por alguno o varios de ellos, define mayormente la conducta del grupo.
La escuela es otro ambiente de convivencia social para niños y jóvenes. Si ésta
caracterizada por ser un ambiente sin contención, encaminará a los niños y
adolescentes hacia una convivencia hostil. La comunidad les proporciona a niños
y jóvenes un soporte y un capital social. Si en ella se manifiestan niveles de
violencia en términos de homicidios, delincuencia y otras expresiones de
enfermedad social, el riesgo de que esta violencia se replique en los demás
contextos sociales es mayor (Loredo, Perea y López, 2008).
Por otra parte, los factores
individuales son características que definen la susceptibilidad de ejercer o
sufrir violencia. El nivel de adaptabilidad que cada niño o adolescente tiene,
determina la capacidad de análisis, interpretación y respuesta que tendrá en la
adversidad o bien, en las experiencias positivas a lo largo de su vida. (Loredo,
Perea y López, 2008)
En otro orden de ideas,
Ortega (2004), señala que la violencia entre iguales se ve favorecida tanto por
el asilamiento en el que se desenvuelve el propio sistema de compañeros, como
en la tolerancia del entorno inmediato. Ortega (1998) plantea que son dos las
leyes que posibilitan que se mantenga el Bullying: la ley del silencio y la ley
del dominio-sumisión. Según la ley del silencio, las personas implicadas
(agresor, víctima y principalmente los espectadores), directa o indirectamente
tienden a mantener en silencio lo que está sucediendo lo que dificulta que deje de ocurrir. Con el silencio, el agresor
recibe una especie de consentimiento que puede interpretar como aprobación. Por
su parte, la víctima se siente atacada tanto por el agresor como por sus
compañeros quienes optan por la vía del silencio. El espectador al consentir e
ignorar la violencia que el agresor ejerce sobre la víctima y quedarse callado,
se puede interpretar como cómplice ya que su silencio puede estar dificultando
la intervención del profesorado o las familias y finalizar la situación.
Por otra parte, el rígido
esquema de dominio-sumisión que adopta a veces el modelo social en los grupos
de escolares se caracteriza porque en él una persona es dominante y otra es
dominada; una controla y otra es controlada; una ejerce un poder abusivo y la
otra debe someterse. Se trata de una relación de prepotencia que termina
conduciendo a una relación de violencia (Ortega, 1998).
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